No viene John Dog. Santiago Auserón publicaba en Facebook: “Lamento tener que cancelar lo de Zaragoza, no encontré la puerta en un paseo de sonámbulo. Clara lección incluso para un baturro: no se puede atravesar la pared. Aprovecho para descansar y pensar en el porvenir de mis canciones”. La caída sumó dos fracturas en la nariz y diez puntos de sutura en labio. Los mejores deseos de restablecimiento al paisano metálico y botánico. A cambio, Carmen París actuará esta noche junto a Facunda, ganadores del I Concurso de Grupos Emergentes.
En estos pilares, Edgar Alan Poe habría cumplido 200 años. Qué grande la romántica y onírica ‘Annabel Lee’ de Radio Futura. Todavía recuerdo su videoclip relato, a lo Hammer y Cocteau, en La Bola de Cristal. Lo protagonizaba Cristina Marcos, la funambulista del mundo adulto en ‘Maravillas’ de Gutiérrez Aragón. Eva Magaña siempre me ha recordado a esta Cristina henchida de juventud y libertad. Demos paso pues a una nueva arcana del TarotParty, donde su pacto de felicidad se acerca a las palabras que decía la Agrado: “Una es más auténtica cuando más se parece a lo que ha soñado de sí misma”.
Así, Magaña, esta maña on the rocks es fiel al buen rollo y a la buena estrella. Y no sólo la suya, la de todos. Porque ¡qué poca gente se alegra de forma sincera con las alegrías de los demás! Esta arcana siempre lo hace, doy fe. Eva es la actriz que haría genialidades con el papel de Elsa Manchester en ‘La novia de Frankenstein’, la voz humana de mujer moderna y atemporal de toda radio, la gestante cultural capaz de convertir cada acto en evento, la comunicadora todoterreno que pone firme al cascarrabias de ‘Polvo de estrellas’. Esta amazona de la mass media disfruta trabajando, pintando un dorado barniz de fiesta, Mujer Maravilla, Wonder Woman, Marvel Girl, Jean Grey en los reciclados X-Men.
Nuestra siempre presente Ana Medem sintonizó perfectamente con su guasa. La guasa, casi broma, chispeante. En eso también modula Carmen París. Ana quería que Eva cantara. Me las imagino a las tres con el cachirulo atado en la muñeca y el pelo a lo Annabel Lee, “persiguiendo un enigma al compás de las olas”. Y es que el cantar alegra el alma. Como en ‘El nombre de la Rosa’ y la ‘Poética’ de Aristóteles, el humor frente a los absolutos establecidos.