'Polanski y su ardor' (Heraldo de Aragón, 04/04/2010)


Este domingo nace con la Vigilia de la Luz y el olor a incienso, resucitado en DVD El Evangelio según San Mateo bajo la maestra escritura de Pier Paolo Pasolini, ateo comunista que se la dedicó a Juan XXIII. Recuerdo de luz, como el que le hace Nanni Moretti en Caro Diario. Quizá hoy día, el realizador social de turno debiera denunciar —a lo Eastwood, a lo Loach— las atrocidades de pederastia y cuestionar la manipulación del sistema, qué curioso, esto segundo, algo que enuncia con lucidez Roman Polanski en su último trabajo, la estupenda El escritor, alguien al que tampoco se concibe que no lo retuvieran en su momento por sus desmanes.

Un bello thriller paranoide, como apunta Sergi Sánchez, fiel a las constantes de este hermético autor al que le gusta reflexionar sobre la moralidad (y a veces, terror) de la luz. La luz es el agente físico que hace visibles los objetos y la claridad que irradian los cuerpos en combustión. De Mr Repulsión me encanta La muerte y la doncella, con esa triple autoría de perseguidos: Polanski, Dorfman, Schubert. Y así como Kubrick hiciera con Eyes Wide Shut, Polanski construye una de sus Poéticas con El escritor. Maravilla su distanciamiento brechtiano con detalles como el sirviente Sísifo que barre y barre sin sentido una terraza desbordada de arena en pleno prevendaval.

Tras Truffaut con su Farenheit 451, quizá Polanski sea uno de los herederos hitchcokianos más fieles: el mac guffin como motor, los tormentos, la huída hacia delante del ordinary heroe, y las soledades en unos entornos misteriosos de personajes inquietantes. Algo parecido le sucede a Zaragoza en acróbata y pure nonsense: Como hiciera Mateo Gil con Nadie conoce a nadie, cualquier director de cine podría sustituir a los nazarenos de pistolas láser en el recinto de la Expo 92, por oriundos maños postRanillas 2008, en lunático thriller pactante, cual Día de perros de David Jasso. Ya lo vemos, ya lo gozamos.