A finales de este verano, 177 periodistas y críticos cinematográficos de todos los continentes —excepto la Antártida— fueron consultados por la BBC para realizar una lista con las 100 mejores películas del siglo XXI. Mulholland Drive (2001) de David Lynch resultó ser la elegida para el primer puesto del top. Por una vez una película que he defendido en todo momento en estos quince años —y que he visto casi otras tantas veces— coincide en una de estas catalogaciones del capricho y la qualité.
Mullholland Drive. Una joven alegre, frágil y algo ingenua, Betty, llega a Los Angeles dispuesta a ser una gran actriz, y se aloja en el apartamento prestado por su tía. allí se encontrará con Rita, una mujer amnésica, única superviviente de un accidente en la carretera de Mulholland Drive. En la misma ciudad, un egocéntrico director de cine, ve como tiene que someterse a los productores de su película, que le imponen a la protagonista. Las tres tramas se entrecruzarán misteriosa y oscuramente en búsqueda de su identidad perdida, con personajes que se debaten entre el amor y la muerte, entre el éxito y el fracaso.
Slavoj Zizek habla de esta cinta y de las intenciones de Lynch en su documental The Pervert's Guide to Cinema. Hace diez años, Amaya Ortiz de Zárate profundizó en ella desde el equipo de Trama y Fondo de Jesús González Requena. Internet cuenta también con interesantes apuntes sobre el film, How Lynch Manipulates You, por ejemplo, y variedad de trabajos académicos, como el de Murat Akser Memory, Identity and Desire: A Psychoanalytic Reading of David Lynch’s Mulholland Drive.
Una obra maestra, lúcida y bella, rodada por Lynch con misterio y pasión, en la que cada visionado es un nuevo descubrimiento, donde Rita & Camilla Rhodes —personaje que interpreta Laura Harring y junto a ella otra magnífica Naomi Watts—, homenaje al cine dentro de cine, es todo un icono, sublime, para los que amamos el cine moderno. Como decía Zizek, "para entender el mundo de hoy, necesitamos el cine, literalmente". No le falta nada de razón. © Carlos Gurpegui