Matilla es hombre de tele



Invitado por mi eterno amigo José Antonio Gabelas, el gran y querido Agustín García Matilla tomaba el relevo a Joan Ferrés i Prats (el Messi), revisitando Zaragoza y jornada —que es lo mismo—, para coincidir con su alumna ya doctora la entusiasta Carmen Marta y un servidor que por n-sima vez le presentaba con honor. Hablar de Agustín es hablar del Atlético, pues tiene el mismo flequillo que su presidente, por mucha barba Geyperman se deje. Bueno, en serio, como es sabido, pertenecer al At es una forma de ser y estar en el mundo, sufriendo y militando, algo muy parecido a lo que sucede a Agustín con su edupasión televisiva.
"El frikismo no es un fenómeno nuevo. La dictadura vendió una España de pandereta salpicada de personajes que representaban lo peor de lo rancio. Eso divertía mucho. Era el famoso pan y circo. Una forma de divertimento para que la gente no se planteara otras cosas", recordaba recientemente en la Red este comprometido ciudadano que además es Catedrático de Comunicación Audiovisual y Publicidad de la Universidad de Valladolid. Hoy afirmaba: "La televisión pública debe hacer que lo popular sea valioso, y que lo valioso se haga popular", gran cita que querría hacer propia doña Espe, je. En esto de la tele pal futuro, hemos pasado de ser obligados bomberos y policías a ejercer de resignados basureros, y la cosa, digo yo, ya debiera cambiar, apostando por lo que Agustín llama "formatos de programas innovadores", pues según mi modesto parecer, el espectador, aun siendo vago, no es tonto, y hay que ofrecerle frescura, por mucha postmodernidad nos inunde.
El hermanísimo de los Matilla —todo un clan tan clásico como multimedia para una película de Coppola, que 'si no existiera habría que inventarlo'— hablaba de la televisión digital. Y de Sancho se trajo a su retoño, ya mayor, todo un artista. Claramente hemos sustituido el mueble de toda la vida por la tecnología, la tele que sale en Cuéntame por el portal de Youtube. Los géneros televisivos adolecen de creatividad. Son contenedores de contenedores de contenedores, copia de una copia de otra copia, como la vida de Edward Norton en El club de la lucha de David Fincher. Uno de los iconos televisivos del pasado siglo, Chicho Ibáñez Serrador, se encuentra bien malito en silla de ruedas desde hace más de dos años, una situación semejante a lo que le sucede a nuestra caja lista, que así la llamamos Javier Coronas y un servidor. La instantánea del último clásico es la ausencia de relevo creativo en una caja de Pandora que habrá que frotar y frotar para que salga de ella, pronto, un poco más de (in)genio, calidad y sentido común.