Farrah Fawcett que estás en los cielos


Farrah Fawcett nació en Corpus Christi (Texas, Estados Unidos) el 2 de febrero de 1947. Desde niña estaba predestinada a convertirse en una reina de la belleza. Así fue proclamada por sus compañeros de instituto a medidados de los 60. Pronto se inició en el mundo de la publicidad y el espectáculo, con algunos papeles secundarios en series como I dream of Jeannie o The Flying Nun.
Pero su carrera despegó a finales de los 60, cuando conoció al actor Lee Majors, con quien se casó en 1973. Empezaron a llegar entonces sus primeros papeles protagonistas, como sucedió en Myra Breckinridge, adaptación de la novela de Gore Vidal que le permitió compartir set de rodaje con estrellas consagradas como Mae West, John Huston o Raquel Welch. Aunque el film fracasó en taquilla, supuso un avance en la carrera de Farrah Fawcett, cuya presencia empezó a convertirse en habitual en series como Harry 0, Los hombres de Harrelson, McCloud o El hombre de los seis millones de dólares.

Icono de los 70

A mediados de los 70, antes de consolidar su carrera como actriz, su rostro se convirtió en uno de los más famosos de América, después de posar para un poster del que se vendieron más de ocho millones de copias. La imagen de Farrah con la cabeza inclinada hacia atrás y con un bañador rojo se convirtió en todo un icono de los 70 e hizo que el productor Aaron Spelling, el 'rey Midas' de la televisión en aquellos años, le diera el papel por el que sería recordada por siempre: el de Jill Munroe en Los ángeles de Charlie, serie que presentaba a tres espectaculares mujeres que trabajaban en una agencia de detectives, propiedad del misterioso Charlie Towsend.
La texana compartía protagonismo con otras dos bellezas como Jaclyn Smith y Kate Jackson y sólo apareció de manera regular en la primera temporada. Pese a ello Farrah Fawcett se convirtió en la actriz más popular del momento y en la imagen más reconocible de una serie que dio la vuelta al mundo con un enorme éxito, España incluída.
La decisión de dejar Los ángeles de Charlie le acarreó problemas legales con la productora y tuvo que aparecer en algunos episodios esporádicos de la segunda y tercera temporada. Pero Farrah quería dar el salto al cine y en aquel momento nadie dudaba que iba a consolidar en la gran pantalla la fama y el prestigio alcanzado en la serie. Los 70 llegaban a su fin y las chicas de medio mundo soñaban con lucir la espectacular melena, el físico escultural y la sonrisa perfecta de la que fue 'la novia de América' en aquellos años.

Fracasos en la gran pantalla

Sin embargo, su primer gran proyecto, Saturno 3, fue un fracaso y sus siguientes elecciones tampoco estuvieron a la altura de las circunstancias. En los 30 años transcurridos desde que abandonó Los ángeles de Charlie apenas un puñado de films han destacado en su trayectoria, como Extremities, El apóstol o El doctor T y las mujeres. A cambio, tuvo que ver cómo Hollywood revisitaba la serie que le dio fama para hacer dos remakes que fueron grandes éxitos en taquilla. Incluso hace unos años se barajó la posibilidad de que los tres ángeles originales volvieran a reunirse en un proyecto que nunca fructificó.
En el apartado personal, Farraw Fawcett se divorció de John Majors en 1982 y comenzó una larga relacción con el también actor Ryan O'Neal, con quien tiene un hijo. Pese a mantenerse en un segundo plano profesional, Fawcett ha seguido siendo durante estas tres décadas una verdadera estrella, sobre todo en Estados Unidos.
Por eso la noticia de que sufría cáncer de colon cayó en 2006 como una auténtica bomba entre sus miles de fans. Pese a que al año siguiente los médicos informaron de que se había recuperado, el cáncer se reprodujo hasta acabar con su vida a los 62 años de edad. En sus últimos días la actriz quiso dar testimonio de su lucha contra la enfermedad en un documental para la cadena NBC, en el que narra en primera persona sus dos años de batalla. Una batalla finalmente perdida: el cáncer se ha llevado a Farrah Fawcett pero nunca podrá con su recuerdo, el de un sex symbol que, con su melena rubia, su eterna sonrisa y su bañador rojo, representó como nadie la América de los 70.

© Alberto León