El deseo tapado, al descubierto: 'La Novia' de Paula Ortiz

www.diariodeteruel.es "El amor es la poesía de los sentidos", afirmaba Honoré de Balzac. "Nada hay en la mente que no haya estado antes en los sentidos", subrayaba Aristóteles, que tanto y bien referencia Paula Ortiz. Porque si con De tu ventana a la mía la directora zaragozana se presentaba en sociedad aportando un nuevo alfabeto ético y estético de lo íntimo, en La Novia, sentimiento y emociones se ponen todavía más a flor de piel, construyendo una bella y sorprendente película sensorial —un nuevo cine para este milenio, quizá—, nacida y provocada por las pulsiones del poeta y sus protagonistas, heredera de la épica de su lirismo. La realizadora zaragozana sigue la máxima de 'contemplar para comprender' la necesidad de reconciliación de familias y pueblos.

Paula Ortiz debe la calidad de su adaptación a la coherencia y audacia tenidas al profundizar en el apasionante mundo de Lorca, conjugando rigor con estilo, fidelidad con intuición, consiguiendo un resultado tan brillante como sentido. A más, la fusión de imagen y sonido resultan de la excelente fotografía de Migue Amoedo con la maestra banda sonora de Shigeru Umebayashi, junto a perlas como las canciones de Soledad Vélez, Carmen París o Vanesa Martín. Y al igual que late Lorca, lo femenino preside La Novia, resultante de situar excelentemente al personaje en las coordenadas de entorno e historia. La lealtad al libreto de Federico consigue alumbrar una sabia película sobre la Mujer.

Todo confluye en este altar para La Novia, donde ritmos y reparto —Inma Cuesta, Álex García, Asier Etxeandía, Luisa Gavasa, Carlos Álvarez-Novoa, Leticia Dolera, María Alfonsa Rosso, Manuela Vellés, Ana Fernández— suben peldaños perfectamente orquestados para destacar también la soledad e imposibilidad del amour fou en un territorio frontera. Paula Ortiz coincide con Mira Nair: cuanto más local eres, más universal puedes llegar a ser. Así esta Novia y sus constelaciones sobrevuelan el firmamento. En las familias imposibles, en el deseo tapado, en los amores robados, porque, como decía Robert Graves —aunque no sea Federico—, "ahora cuando nuestros cuerpos arriesgan un encuentro, temen desencadenar la furia de sus sentidos, y sólo en el breve desmayo de la despedida se estremecerá tu risco o vacilará mi ola". / Carlos Gurpegui