'Gernika' de Koldo Serra: Paisajes morales de la catástrofe


www.diariodelaltoaragon.com  Inocencia y violencia se funden en Gernika como sucedía con los niños de Grupo salvaje. No hay batalla ni disputa, es aniquilamiento. Gran coreógrafo de la cámara, Koldo Serra es uno de los directores más serios entre los de su generación. Además de realizar una filmografía coherente, reflexiona y enuncia discurso utilizando el cine como memoria, palanca y prospección de futuro. En la necesaria Gernika nos encontramos con un largometraje que cubre un hueco histórico y de género, tanto en la trama bélica como del cine protagonizado por periodistas.

Gernika es duelo y pasión pero, ante todo, es una lección de cine. Serra realiza una película tremendamente hitchcockiana —en referencias que van desde Encadenados a Cortina rasgada, pasando por Vértigo— a la vez que muy verhoeveniana —de heroínas supervivientes como en El libro negro, en el tiempo de catástrofes de Los señores del acero—, con dos protagonistas misteriosos y atractivos —estupendos María Valverde a lo Knightley y James D'Arcy a lo Bogart—, con motivos visuales y emocionales que ciertamente se mueven de Casablanca a Expiación. 



Gernika cuenta con excelente casting para un reparto en el que también destacan con detalle y gran verdad Ingrid García Jonsson y Víctor Clavijo, junto a un solvente Jack Davenport cerrando el triángulo protagonista. Repiten música y foto de Bosque de sombras una magnífica banda sonora de Fernando Velázquez —que hace poco pudimos admirar también en La cumbre escarlata— tejiendo en todo momento la tragedia, junto a una lúcida y moderna fotografía de Unax Mendia, realzando cada composición con sus haces de luz, de la sequedad al verde, de Hopper a Visconti.

El drama romántico todavía crece más cuando Serra nos obsequia con los temidos espacios abiertos, brillantes los duelos entre fusiles, así como los homenajes más noir a Muerte entre las flores, hasta llegar a los bombardeos e incendios, que atrapan y absorben al espectador, haciéndonos testigos de la devastación. Gracias a Carlos Clavijo Cobos y Barney Cohen en el guión, desarrollando la propuesta de José Alba, la primera película de ficción sobre los hechos de Gernika constituyen un nuevo espacio moral para la pantalla grande. Si Polanski con su pianista supo contagiar el terrible paisaje tras la batalla, no menos consigue este film, crudo, aunque también bello, sugerente, de tanto calado como audacia, que nos obliga a todos a tomar nota de la barbarie y evitar con lágrimas cualquier atisbo de sus causas. / © Carlos Gurpegui