Fue la voz del Socavador en Los Increíbles e hizo mucho mejor que José Luis Moreno su disección de las comunidades de vecinos. No es otro que Alex de la Iglesia, que sabe mucho sobre esto de la convivencia. Todas sus películas son soberanos tratados sobre la estupidez humana, sobre lo mal que hacemos eso de relacionarnos, como payasos.
Ya en su corto Mirindas Asesinas — humor negro a la española fiel a los tratados estéticos de David Lynch— establecía eso del psicópata como héroe, que ensayó en su momento Hitchcock con Psicosis y que González Requena reflexiona tan bien sobre marierismo y cine postclásico. Ahí ya pilló a Alex Angulo de actor, para mí junto con Ramón Barea el mejor conductor del cine vasco.
En El día de la Bestia los estereotipos estallan y las tribus conviven en una ciudad nocturna, tan protagonista como en Seven, con La comunidad creó como nadie un microcosmos de “gente que vive junta y se odia”, fiel al espíritu de Roman Polanski —estupendas referencias a La semilla del diablo y Frenético—, en Crimen ferpecto, por ejemplo, retrató los clasismos de siempre en los retro-héroes comerciales del siglo XXI, y en Los crímenes de Oxford mostró la convivencia de métodos y más como algo generacional.
Me gustan las tremendeces finales en las alturas, como las de Schweppes, las azoteas de Madrid o los centros comerciales de Callao en llamas. Creo que si Spiderman o Batman se llamaran Pedro Bic o Braulio Vino se apuntarían de cabeza a esos tour de force espectaculares, divertidos y morales del bueno de Alex, grande.
Entre otras cosas digitales, Alex de la Iglesia hizo blog sobre la serie de televisión Plutón BRB Nero y el rodaje de su última película Los crímenes de Oxford, Blasfemando en el vórtice del Universo.