Woody Allen en el París de Nunca Jamás


En ‘Midnight in Paris’ Woody Allen ha hecho un maravilloso ejercicio de inmersión en el Pa(r)ís de Nunca Jamás. Apuesta por su Peter Pan más sincero y sabio —el que sólo se encuentra si se sabe perder—, retratando un perfecto cuento moral contemporáneo. Borrando de nuevo fronteras de espacio y de tiempo, el autor de ‘La Rosa Púrpura del Cairo’ consigue hacer de su cine el arte mecánico que es, con la magia y alma de su alquimia, fruto de un guión sincero y preciso, y de un reparto donde Owen Wilson es un perfecto Brigadoon, el buen bufón, un medium quijote que transita por la dualidad del mundo —lo bello y lo necio—, pero también un renacido Seymour de un ‘Ghost World’ para un amor sin melancolía al vintage, con toda la capacidad de asombro, la de Joseph Cotten en ‘Jennie’, ese amor fou mojado que despierta siempre la pasión por vivir. /Carlos Gurpegui